A finales de la Edad de Hielo, un terremoto deja huérfana y sola a una niña cromañón, que es recogida y criada por un clan neardenthal. Los cromañones son homo sapiens, seres humanos modernos, erguidos, con cerebros capaces de innovar y crear abstracciones. Los neanderthales son más antiguos, más primitivos. Se comunican mediante un silencioso lenguaje de gestos y en su vida apenas hay arte, diversiones o cualquier cosa no relacionada directamente con la supervivencia. La historia de Ayla, esa niña que, para ser aceptada en una tribu neanderthal, debe refrenar sus instintos y adaptarse a una forma de vida tan ajena, es cautivadora.
Jean M. Auel alcanza un logro difícil: cambiar algo en tu forma de concebir el mundo con una novela. Es imposible conservar el concepto ingenuo y rudimentario de los hombres de las cavernas tras leer esta saga. Los neanderthales, esos homínidos brutos que no conocen el arte ni trabajan el metal, son El Clan del Oso Cavernario, una sociedad compleja, con profundas inquietudes espirituales y un sistema de tradiciones milenarias. Son buenos artesanos, aunque sólo trabajen la piedra, madera y pieles. Y poseen una habilidad que está más allá de la capacidad del hombre moderno: el instinto consciente.
Ellos lo llaman recuerdos, pero no son los propios, sino los de sus padres y abuelos. Tienen el pasado almacenado en sus potentes cerebros. Su historia como pueblo, sus conocimientos… Aprender, para ellos, consiste en activar esos recuerdos. Esto da mucha profundidad a su cultura, pero también supone su mayor debilidad. Son incapaces de experimentar con cosas nuevas, lo que los hace vulnerables ante los cambios. Estamos al final de una Era Glacial. El mundo está cambiando… y condenándolos a la extinción.
Para el Clan que recoge a Ayla, la niña cromañón es a la vez extraña y perturbadora. Mientras crece bajo la tierna tutela de Iza, curandera del Clan, y Creb, el poderoso Mog-ur o chamán, todos perciben diferencias trascendentales en su manera de pensar y actuar, por mucho que se esfuerce en adaptarse. Ayla no conoce otra cosa. Su supervivencia pasa por convertirse en una «buena mujer del Clan», modesta, sometida al hombre, dependiente de él para la caza… Tiene que reprimir todos sus instintos para encajar, pero, por mucho que se esfuerce, no puede evitar ser distinta.
El Clan del Oso Cavernario crea un universo prehistórico muy realista y detallado. Algunos aspectos de la vida cavernaria que relata son difíciles de creer, como el vasto conocimiento de las plantas medicinales por parte de las curanderas o las asombrosas experiencias religiosas que describen. Sin embargo, paleontólogos y antropólogos expertos afirman que está muy bien documentado. Desde luego, las descripciones de plantas y animales ancestrales, de las estepas de loess y los glaciares cubriendo la mayor parte de esta Tierra antigua, son exhaustivas y minuciosas. Tal vez demasiado…
Y es que, por mucho que me haya gustado la historia, hay que reconocer que esta saga no es buena literatura. Auel está centrada en transmitir conocimientos y olvida un poco lo formal. Las descripciones son algo farragosas, tan detalladas que resultan casi ininteligibles. Diez páginas enteras narrando la fabricación de una punta de pedernal. Cinco para explicar los instintos sexuales de los mamuts. Extensas monografías sobre el desollado de animales, técnicas de caza, vegetación, geología…
Es difícil no desconectar. Y en este primer libro, donde te introduce a una forma de vida tan distinta a la propia, aun es perdonable. Pero El Clan del Oso Cavernario es el primero de una saga de seis libros, a lo largo de los cuales, la trama va perdiendo fuelle en favor de estas descripciones. El segundo y tercer volumen de la serie siguen aportando novedades y giros argumentales. Sin embargo, los defectos se acentúan en el cuarto, quinto y sexto, cada vez más lentos y descriptivos. Al final, la trama se convierte en una mera excusa para recrear las condiciones de vida en hallazgos de reconocido prestigio arqueológico.
A pesar de todo, El Clan del Oso Cavernario sigue siendo un libro muy recomendable para quienes quieran saber más sobre el hombre prehistórico y los conflictos entre las dos últimas especies humanas que convivieron en Europa: El homo sapiens y el homo neanderthalensis. Si aún concibes al hombre de las cavernas como un bruto con garrote, sin duda te hará reflexionar.
La imagen es de la edición traducida de Maeva (2011).